PANDEM INC. (Pan de inconsciente) Enrique Acuña

PANDEM-INC
Breve intervención
Por Enrique Acuña
Ante la idea de “fin del mundo” que la Pandemia viral parece imponer, ante la angustia externo-interna generalizada para cada uno como «actualidad del trauma»(1), podríamos introducir la agudeza del inconsciente.

Algunos, presa del miedo me dirán que no es tiempo para el chiste (witz). Pero digo que sí es tiempo de espera para la invención de palabras, de dispositivos flexibles, de adecuaciones. Pandem-inc (pandemia inconsciente) nos recuerda el dicho «No saben que les traemos la peste», frase de Freud a Jones llegando a los USA. Lo inconsciente como «peste» del sentido sobre lo real; condensa bien el hecho que nada escapa de lo real de la naturaleza sin generar este otro sentido del lenguaje humano que inventa.

Los analistas no podemos pensar que la pulsión de muerte fue superada por el discurso capitalista, tal como este supone en su consumación que rechaza algo imposible de decir. La castración implica que no hay idea de la muerte ni el sexo. No dejaríamos al sujeto de la invención en el lugar del objeto del consumo i-limitado, víctima del «pánico», término que conviene solo a una masa.

No respondemos con un delirio de tipo «el crepúsculo del mundo»(caso Schreber), cuando las voces alucinadas lo arrojaban al goce infinito de ser una pura «carroña». No creemos en esa solución porque el sujeto del significante en su dignidad creacionista puede responder.

Alguien me dice hoy que «aún… sueña», aún en la «cuarentena, social y obligatoria» que nos cuida como cuerpos sociales, ella aislada, sueña. Luego ese sueño testimonia de cada deseante a partir de su propia experiencia analítica, toma cierto capital simbólico como un antídoto ante la pandem-inc.

Eso es lo que podemos trasmitir a la sociedad, sería nuestra «acción lacaniana en el hecho social» como titula J.-A. Miller. Y eso tiene un correlato también en el grupo analítico, la sociedad Escuela y sus efectos corporativos. De la experiencia privada de un análisis, al hecho social, siempre se juega un cierto affectio societatis. Es la transferencia de trabajo que nos reúne y nos separa al mismo tiempo, sin hacernos una Iglesia ni un ejército. Se trata de un real captable en su faz de objeto «a», que se puede cernir, envolver, captar.

Por eso, por no sufrir de fobia las palabras podemos interpretar muchas cosas: lo prohibido, lo abyecto; lo reprimido, para llegar a lo imposible de decir, que aprendemos a soportar. Las pasiones y los afectos convienen entonces ubicarlas en una transferencia de trabajo en el grupo. Nombrar la cosa real como «pan de inconsciente» es ya un modo de captar algo de la cosa indecible que los medios relatan como «el virus invisible».

La pandemia pone en juego una tensión entre las políticas de salud de los Estados-Nación versus el corporativismo neoliberal con falsas paradojas como «economía o vida». Ahí es interesante seguir la secuencia lacaniana entre Ciencia-Humanismo-Psicoanálisis (Lacan: «Nota italiana»). Ante las crisis de la ciencia surge el humus del humanismo que opone el «cuidado del cuerpo» (biológico) al «control social» totalitario. Así, nos amigamos con la concepción de una biopolitica, no ya como mera aplicación de normas masivas sobre poblaciones focalizadas (Foucault); sino otra que ponga en acto un método que facilite ir del hecho al dicho y el decir. Ahí el psicoanálisis!

Recordemos que es desde el Derecho que Agamben diferenciaba el Bios -el cuerpo ciudadano que no es reducido a Zoe, su biología animal, posible de ser confinado a un estado de excepción, o «vida nuda»; donde perdería sus derechos. Para nosotros la vida es pulsional, una forma de soportar la muerte de la cual siempre habrá incertidumbre. Es esa respuesta de la peste freudiana que supone soportar lo insoportable, alivia al sujeto de inconsciente de la otra peste, biológica.

En ese conflicto hay una torsión del afuera en el adentro: a la imagen informativa de las pantallas de T.V. y las redes se corresponde «la pantalla del fantasma» que da una significación al hecho perceptible. Si ahora los individuos se reducen a números de muertos (sin el ritual del velorio y su epitafio que graba un nombre); esa realidad se encuentra con la del fantasma de cada Uno. La pulsión de muerte es extraña e intima a la vez y se «encuentra» en el fantasma con su real. Si la subjetividad de esta época activa protocolos sanitarios, en cada sujeto se activan las fantasías propias como defensa a ese real. Ese buen o mal encuentro acontece tanto en una masa comunitaria como en la soledad compartida.

También se activan fantasmas de hacerse objeto de goce del Otro malvado. En un psicoanálisis captamos que para no hacerse objeto del goce del Otro hay las «vueltas dichas» sobre un «decir olvidado»(2), una operación que permite des-angustiar. Esto se manifiesta en el grupo analítico, como situaba Laurent en su texto “Discurso y grupo”: todo discurso (el analítico, el histérico, el universitario y el del amo), como en todo grupo, contiene un elemento que Lacan localiza como objeto (a) en cada discurso. De este factor cualitativo y no cuantitativo surge el afecto.

Entonces, ¿qué sería lo indecible en un grupo analítico?, ante ello hay que aprovechar la «ocasión» para interpretar como un anti crepúsculo. Es ocasión de una cierta cohesión grupal, no de dispersión, sino de apuesta. Es probable que en la llamada post-pandemia gane el pandem-inc. -un sentido sobre lo real sin reducirlo del todo- que abona más allá del deseo de la ciencia y retorna al psicoanálisis.

O que se caigan organizaciones corporativas basadas en el capital y resurjan los lazos asociativos basados en el affectio societatis. La transferencia al inconsciente y su posterior trabajo, es irreductible y potente. Aquello que podría sobrevivir de esta crisis es la suposición de saber. Esa suposición no podría perdurar en otra materialidad que no sea la significante, la de en los bienes simbólicos. Y ahí el capital simbólico que tiene nuestros grupos es saber algo de lo irreductible y no lo mortífero. Un límite.

Esta sería una manera de soportar la pulsión de muerte freudiana y que para Lacan obliga a considerar un tiempo de futuro-anterior: ordenar las contingencias del pasado en un presente necesario, pero con el «duro deseo de durar» en un futuro porvenir. Entonces en la gravedad pandémica del llamado Covid-19 nos reinventamos. Sino ¿cómo soportamos el hecho de que hay la pura contingencia? .Sólo aquellos que han atravesado un poco por el discurso analítico saben lo fecundo de ese imposible de decir. Se contabiliza un poco de ese real, ahora biológico que se despertó, pero confiamos en las respuestas que vienen de ese affecto societatis, pacto de palabras y que las respuestas no solo vienen del discurso de la ciencia.

Freud en 1920, durante la epidemia de influenza sufrió la muerte de su hija Sophie. Revisó entonces la idea de duelo pero sobre todo, concibió que no hay el placer sino como negativo, un más allá donde el sujeto no quiere su Bien: la pulsión de muerte. El impacto que causa el agujero de un trauma y su posterior duelo no sigue tanto el psicologismo de un «dolor psíquico» -analogía del cuerpo biológico- sino de aquello que Lacan llamó “subjetivación de la muerte”. Un saber del límite de lo zoológico donde se privilegia el discurso del inconsciente, único amo ante la devastación del lo real.

Por ello hay que privilegiar un psicoanálisis donde prime el lazo asociativo generado por la transferencia al inconsciente, más que la economía de sus bienes. Entonces el neologismo y su poética toma su vigor: pandem-inc. – comamos el pan del inconsciente. Deseo ese porvenir para nuestra Asociación.-

(*)-Discurso de cierre de la Asamblea anual de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata- Biblioteca Freudiana- y el Instituto Pragma.- 22 de abril 2020, realizada como sesión virtual.-

Notas:
(1)-Garcia, Germán: Actualidad del trauma. Ed. Grama, 2005. Disponible en: https://psiligapsicanalise.files.wordpress.com/2014/09/germc3a1ngarcc3ada-actualidad-del-trauma.pdf

(2)-Curso breve: «Solución sinthome». Clase 3 -disponible versión virtual en:

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